DA VINCI, GENIO TAMBIÉN DE LA DESTRUCCIÓN.
La exposición Da Vinci el genio, exhibida en Plaza Mayor, rescató una de sus facetas menos conocidas: el ingeniero militar. Mostró sus máquinas de guerra, pavorosas y futuristas; armas de destrucción masiva, las llamarían hoy día. Pero al exhibirlas, el aprieto pareciera ser cómo combinar el perfil del humanista del renacimiento, pintor de mona lisas, con el curioso hombre que en su tiempo libre dejaba de pintar santos y deliraba ideando máquinas para matar a gran escala.
Por eso se encuentran aclaraciones cuando exhiben sus metralletas, sus carros acorazados, sus carretas dentadas cercenadoras de hombres, sus catapultas múltiples. -Y faltaron sus preferidos: la ballesta gigante mata cientos y el lanzallamas, también invento de Leonardo-. “Se diseñaron con asombrosa ingenuidad” decía algún cartel por ahí. Y otro: “a pesar de todo, Leonardo era un pacifista por excelencia.” Quizás para recordar que, en todo caso, estamos hablando de un buen muchacho. Como si lo de “artista genio” implicara necesaria bondad, y eso de matar en cadena, sólo fuera de mentiritas.
Leonardo no pensó sus extravagantes armas como obras de arte. Las hizo para ejércitos y no para museos. Tenían la novedad de matar no de uno en uno, como en su época, sino en serie, como hoy día. Por eso las quiso vender a dos de los déspotas más prestigiosos de la época: Ludovico El Moro y Cesar Borgia; por eso le escribe al primero su célebre carta en la que se ofrece, primero que todo, como inventor de armas, y por último, si no hay más vacantes disponibles, como pintor.
Dice Richard Friedenthal, biógrafo suyo: “Su posición respecto a la guerra y las máquinas destructoras es rara y desconcertante... podía ser un hombre pacífico y al mismo tiempo imaginaba los más terribles medios de hacer doblar la rodilla al enemigo”. Y Antonio Caballero, en Paisaje con figuras: “Leonardo estudió el vuelo de los pájaros, sí, y pinto la sonrisa de la Gioconda; pero lo que de verdad satisfacía su ansias humanistas era imaginar métodos para matar a mucha gente, de una sola vez y sin esfuerzo.”
Interesante mostrar las invenciones bélicas de Leonardo sin tratar de disculparlo. Menos humanista y más humano, o sea, fuente de paradojas. Recordaría que el arte no tiene que dar paz. A buena hora Bertrand Russell decía que no hay que confundir humanista con humanitario.
El Tiempo, sábado octubre 10 de 2009.
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