3 de enero de 2013

LAS FARC NO SON EL PROBLEMA, SÓLO EL PRETEXTO.




Habrá que empezar por apaciguar a los paranoicos diciendo que no soy de las Farc ni las defiendo. Pertenezco a ese grupo, reducido y difícil de analizar por el esquematismo furibundo de la derecha, que discrepa de los métodos y las acciones bélicas de las Farc sin que eso sea un obstáculo para compartir las causas que originaron su nacimiento; ni negar que esas causas -todas producto de la injusticia social- siguen inalteradas a la fecha. Los fines se comparten, la diferencia será de medios, y la insurgencia, en mi opinión, es un medio hoy día, aparte de desnaturalizado, ineficaz.

Ineficaz porque en 50 años la insurrección armada no ha conseguido una sola conquista social, y ese solo hecho de entrada ya debería motivar cierta autocrítica a quienes siguen en el monte. Y desnaturalizado porque la imprudencia belicista de las Farc ha motivado acciones de verdadera torpeza política. Dos de ellos para mencionar rápidamente. El primero, el no permitir que Horacio Serpa durante su campaña presidencial en 2002 entrara a la región del Caguán, en tiempos de la zona de distensión y los diálogos de paz, por esa fecha ya bastante deslegitimados y los cuales buscaban oxigenarse por una nuevo actor el cual, hasta entonces, era el seguro nuevo presidente de Colombia, según lo mostraban las encuestas. Las Farc, no sólo negaron su entrada sino que armaron todo un circo mediático con eso, lo que motivó un cambio brusco en la opinión de la ciudadanía en las encuestas presidenciales. El resultado, Serpa cayó en los comicios y en cambio surgió casi de la nada una figura autoritaria con la consigna del no diálogo: Alvaro Uribe Vélez, a quien padecimos por 8 insufribles años.

Por la misma época en que Uribe Vélez se posesionaba como nuevo presidente, con un discurso belicista y camorrero, otra figura de líder nuevo salía también de las entrañas de Antioquia. Guillermo Gaviria Correa asumía también como nuevo gobernador del departamento, y en contraste con Uribe, este retomaba las banderas de la no violencia, de la resistencia ciudadana pacífica y la salida negociada al conflicto. Ambos líderes surgieron al mismo tiempo, ambos renovando el panorama político, el uno hablando de guerra y el otro de paz. ¿Cuál fue la reacción de las Farc? Secuestrar a Gaviria Correa en una de las marchas promotoras de no violencia que realizaba en los pueblos periféricos del departamento, y posteriormente asesinarlo. Así se llevó al último de los mandatarios de prestigio que defendía la salida negociada. Con semejante salvajada revivieron el grito de batalla y enardecieron a las posturas más recalcitrantes y premodernas del país que pedían bala por todos lados.

Ante torpezas de ese calibre, resulta difícil defender las maneras de las Farc. Pero repito, sus causas siguen intactas. Y resulta injusto y tonto achacarle a un grupo insurgente marginal y con poca capacidad de daño, respecto a los problemas generales del país, el origen de todos los males nacionales. Con suerte no les achacan también la culpa del calentamiento global. El conflicto armado con las Farc es absolutamente marginal y minúsculo, comparado con el problema de violencia en Colombia, y sin embargo su devenir tiene cooptada la agenda nacional, el devenir electoral y la opinión pública; su capacidad de daño es inferior en mucho a la de otros problemas mucho más determinantes en la vida nacional, y sin embargo los guerrilleros cargan con la peor de las reputaciones al presentarlos como los causantes de todos los males venidos y por venir. Las Farc  se metieron en el papel de idiota útil para muchos otros sectores que las usan de “para rayos” para evitar así cargar sus propios muertos.   
Para demostrarlo sólo basta jugar en el mismo terreno en que juegan varios de los tecnócratas que se encargan de echarle toda el agua sucia a la insurgencia, y mirar las cifras y resultados estadísticos. Lo dijo Gómez Mendez hace unos meses en su columna ¿Es la guerrilla el problema principal?   Del total de víctimas de la violencia en Colombia, sólo el 5% de ellas son víctimas de las Farc, y el restante 95% de ellas queda dispersado en todos las demás cabezas de la hidra de la violencia. Y del total de la delincuencia de país, sólo el 10% es atribuible a Las Farc, así que tenemos un 90% restante que pasa a un segundo plano en la lista de enemigos públicos, no obstante poseer la casi totalidad del delito nacional.

¿No será mejor erradicar el 90% de delincuencia distinta a la de las Farc?¿El principal daño en Colombia es un 5%? ¿Merece la insurgencia cargar con la terrible reputación que carga? ¿Beneficia esa fachada, esa culpa falsa, a algunos sectores?

Otro dato ilustrará mejor, y también es engendrado por los propios cachorros del neoliberalismo y sus gnósticos economistas que entronan su razón por sobre cualquier otra. Se suele atribuir a las Farc el problema principal del estancamiento económico de Colombia, su poco desarrollo y su ausencia de progreso. La subversión  nos tiene en la miseria y por ella no progresamos, pregonan algunos incautos. Basta de nuevo con atender a las cifras. Lo dijo Mauricio Cárdenas, el ministro de hacienda, en entrevista dada a la revista Semana. La economía colombiana hoy crece a un 4%, y si se consigue la paz y desaparece la guerrilla, se pasaría a crecer a un 5%. ¡sólo un punto porcentual más!

La pregunta obligada de nuevo es: ¿toda esta terrible guerra, toda esta campaña de desprestigio a la lucha guerrillera, todo, todo, por un miserable 1% de más en la economía? El problema de la pobreza en Colombia no son las Farc, porque erradicándolas apenas si se notaria alguna diferencia.

¿A qué jugamos entonces? ¿Quién está usando como cabeza de turco a las Farc? Porque su falsa campaña de agua sucia aparte de engañarnos nos hace un daño enorme. Nos desvía la vista del verdadero origen del problema colombiano, nos crea falsos enemigos públicos, y nos provoca unas atrofias culturales enormes. La mayor, creo yo, tiene que ver con la engañosa noción de seguridad que tenemos los colombianos: Se tiende a creer que la superación de los problemas pasan por una solución policiva y la seguridad se entiende sólo como un modelo represivo de presencia armada del Estado.

Ahí está también el ejemplo claro. Mientras por 8 años un presidente habló en tono grandilocuente de seguridad en su versión represiva, y se disparó en las encuestas de popularidad, otro político, el mandatario local de la capital del país, ha implementado un modelo distinto de seguridad, con medidas más sutiles –prohibición de las armas, atención a población vulnerable etc.-, y ha obtenido las mejores cifras de seguridad en 30 años en Bogotá, y sin embargo se encuentra  en el desprestigio y en la cuerda floja de su cargo.


Esas son las injusticias que cometen las muchedumbres de opiniones apresuradas, de prejuicios devaluados más que juicios de valor. Sin embargo los hechos son claros, la guerrilla no es el gran problema, son un problema menor, que sin embargo, a pesar de su pequeño tamaño, sirve para que tras él se escondan los verdaderos grandes problemas que desangran a Colombia. Ojalá estos nuevos diálogos de paz pongan este tema en la agenda nacional.    

3 .:

marcoilut dijo...

Hay que considerar también que de haber un efectivo repliegue del grupo "subversivo" el incremento en la inseguridad no debió dispararse tanto, ¿por qué se incrementó los indicies de inseguridad en los primeros meses del nuevo Gobierno presidencial y no antes?, en ese contexto ¿quién y cómo tiene la capacidad de incidir en la seguridad en el país?, ¿Quién controla actualmente las zonas que con anterioridad controlaba la guerrilla?. Hay que hacer relación entre los promotores de la violencia con los muchos de los actores políticos que curiosamente responden a partidos políticos de derecha y sus múltiples formas de generar corrupción.

Comunicaciones CMICH dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alejandro H O dijo...

Además, hay que sumarle las diferentes demagogias mediáticas de los diferentes mandatarios, lo cual incide en la percepción de seguridad o inseguridad. Por ejemplo la carretera entre Chigorodó y Dabeiba en el occidente y uraba antioqueño es una de las más militarizadas del país, entonces ¿cómo un año antes de terminar el gobierno de Uribe unos disparos desde las montañas hicieron cerrar la carretera y nunca hubo noticia sobre esto? Finalmente faltaría analizar la profundidad de la aceptación cultural del paramilitarismo aún vivo en varias zonas del país.

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