23 de junio de 2018

MESSI, MARADONA, LA ARGENTINA DE AYER Y LA DE AHORA






De chicos, Messi no crecía entre su cuerpo anómalo y Maradona no podía progresar entre su villa de miseria. Messi aprendió que la pelea era hacia dentro, consigo mismo, contra sus propios límites, para saber mantenerse y convivir entre el éxito. Maradona aprendió a pelear con lo de afuera, contra su ambiente hostil para saber patear todas las pobrezas que lo rodearan. Messi es la lucha ensimismada y Maradona la guerra a campo abierto.

Messi es un genio de la cúspide. Maradona era un genio del fango. Dicho de otra manera, lo mejor que tiene Messi es saber resguardar y mantener la cima con los que la han alcanzado. Lo mejor que tenía Maradona era saber levantar del fondo a los caídos. Ninguna de las dos cualidades es mejor que la otra. Poder conservar la corona de los coronados y ser el mejor del mundo por 10 años sin pausa no es tarea menor. Maradona, cuando tuvo todo a su favor -Barcelona, Argentina en 1990- no lució. En cambio, cuando se trataba de darle fortuna a desfavorecidos -Napoli, Argentina del 86- surgía con fuerza entre la adversidad. Maradona necesitaba cenizas para surgir. Messi necesita lumbre para azuzarla y propagarla.

Messi duplica su brillo donde encuentra luz y se hace imbatible. Maradona sólo encontraba la fuerza para brillar en medio de la provocación de la oscuridad. Messi sabe aprovechar al máximo el buen clima. Maradona sabía sobrevivir a tormentas. Maradona daba las órdenes con su oratoria y su carisma. Messi lidera desde su ejemplo.

¿Cuál de estos dos necesitaría Argentina ahora? O la pregunta mejor: ¿Qué es la Argentina de ahora? ¿Un grande desfavorecido o un desfavorecido que quiere grandeza?  ¿Juega este equipo de ahora desde la lumbre o desde las cenizas?

Quizás este onceno de Sampaoli guarde algo de ambos. Tiene el porte y la arrogancia de los coronados, con la herida y la nostalgia de la corona perdida.  De acariciar la cima en Brasil 2010, en una final contra Alemania, ha terminado ahora celebrando un gol de Nigeria en primera ronda contra Islandia que lo salva momentáneamente del abismo.

Quizás esta situación de ahora, y la eterna discusión Messi-Maradona, obligue a resolver un dilema que viene rondando hace varios mundiales, motivado por sus triunfos agónicos, sus avances sólo por penales y sus éxitos cercanos pero postergados: acaso Argentina no es un grande. ¿Acaso Argentina es sólo el más fuerte de los débiles? ¿Acaso es sólo el débil de los fuertes?

Quizás Messi nos ayude a responderlo. Si Argentina sale de esta, y el equipo mejora, y Messi se repotencia, sabremos que se trata de un equipo grande con altibajos. Si el equipo se hunde con Messi a bordo, sabremos que solo Maradona nos hubiera podido salvar.   

Pero el fútbol es dialéctica de lo inesperado. Nada de esto puede ocurrir y Argentina, por alguna razón, por ejemplo, puede caer con Messi luchando y muriendo de pie; o, más insólito aún, triunfar con Messi ninguneado, caso en el cual nunca habrá estado uno tan feliz de haberse equivocado.

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